miércoles, 28 de junio de 2017

~ Reflexión Evangelio del miércoles 28 de junio de 2017 ~

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,15-20)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

Reflexión 
Diferenciar entre lo bueno y lo malo no es fácil, pero Jesús nos da una clave muy importante: Debemos fijarnos en los frutos que producen nuestros actos y los de los demás. Animándonos siempre a alejarnos de las palabras vacías y juicios superficiales.
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Por ejemplo, la propia vida de Cristo, vista de una forma superficial por una persona que no tiene los ojos de la fe y que no conoce a Jesús, puede incluso ser un fracaso. Lo mataron, no se defendió, le fallaron los Apóstoles, lo traicionaron... 
Pero, si lo piensas en mayor profundidad, ¿cuáles son los frutos que ha producido el paso de Jesús por el mundo? 
Nos ha abierto una puerta al cielo, nos ha demostrado que Dios está cerca y que debemos hablarle con confianza y cercanía, como quien habla a un amigo, fundó con Pedro la primera piedra de la Iglesia y hoy en día somos tantas las personas que ,a lo largo de todo el mundo, la conformamos. Nos enseñó el valor del perdón, del amor y del prójimo. Venció a la muerte y nos dio vida eterna. 
Esta semilla se ha extendido a través de los siglos, ha crecido y sigue creciendo. Y por mucho que lo hayan intentado, todavía es una vela que ilumina al mundo y que no conseguirán apagar. Dios es el corazón del planeta, y nunca dejará de latir por nosotros.
Él es mejor árbol al que nos podamos aproximar y ser ramas que den frutos buenos.  

Señor mío, acepta como ofrenda los humildes frutos de nuestras vidas, que a través de ellos seamos capaces de honrar tu nombre y seamos ramas que crezcan con decisión y fuerza.

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