sábado, 24 de junio de 2017

~ Reflexión Evangelio del sábado 24 de junio de 2017 ~

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80)
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. 
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Reflexión
Hoy celebramos el nacimiento de San Juan Bautista, hijo de Zacarías e Isabel, ambos ancianos. Su vida fue testimonio de los milagros que el Señor es capaz de hacer.  
El ángel les había encargado llamarle Juan y sería el Precursor, que anunciaría la llegada de Cristo. Creció siendo muy cercano a Dios, predicaba y bautizaba en aguas del Jordán. 
Los dos mensajes principales que componían su predicación, eran, por una parte, el reconocimiento de los pecados, necesario para ser capaz de cambiar y, en segundo lugar, la necesidad de conversión, modificando los estilos de vida para estar más cerca de Dios. 
Imagen relacionadaLa hija de Herodes, pidió a su padre que matará a Juan Bautista, aconsejada por su madre. Debido a la promesa que Herodes había hecho, no le quedó más remedio y así lo hizo. 
Juan Bautista fue testigo de la verdad hasta el último de sus días. 
Su vida nos enseña muchas cosas. Entre ellas, a cumplir con la misión que adquirimos tras ser bautizados, viviendo de acuerdo a la palabra de Cristo, transmitiendo su verdad a aquellos que no la conocen y, a ser miembros activos de la Iglesia. 
Reconocer a Jesús como el pilar fundamental de nuestra vida y entender la unión que se produce cuando lo recibimos en la Eucaristía. Destaca la importancia del arrepentimiento y de la conversión. Hacer un buen examen de conciencia nos ayudará a experimentar esa verdadera conversión, pues analizaremos nuestro comportamiento ante los demás y ante Dios. Ésto nos hará capaces de enmendarlos. 

Señor, te pedimos que, igual que San Juan Bautista, nosotros también seamos capaces de comprender y cumplir la misión que nos encomendaste el día de nuestro bautismo. Danos fuerza para seguir trabajando en ella, y así estar también cada día un poco más cerca de ti. 

Puedes elegir vivir sin creer en los milagros, o puedes pensar que tú ya eres un milagro. Como la propia vida de Juan Bautista. El mundo nos necesita, a cada uno de nosotros, tal y como somos. Seamos comprometidos con esta causa hasta el final. 

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