En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Reflexión
Hoy, Jesús nos va preparando para el momento de su Ascensión. La Pascua está llegando a su fin y es hora de volver a los brazos del padre. Este es un momento triste para los apóstoles, quienes después de haber vivido durante estos días con Cristo resucitado, pronto tendrán que despedirse de él. Pero tan bueno es y tan grande es su misericordia, que bien nos conoce, y sabe que nos cuesta entender la ausencia y la despedida. Por eso, envía al Espíritu Santo sobre nuestra vida, el <<Consolador, Abogado, Ayudador>> para que sepamos que sigue a nuestro lado. De una forma diferente, pero los creyentes a través de la luz del Espíritu Santo somos capaces de contemplarlo.
Hoy quiero traerte esta buena noticia, el Señor sigue aquí con nosotros, sigue vivo. Y te necesita, tal y como eres. Te conoce mejor que tú mismo y sabe incluso aquellos defectos o aquellos errores que tú no quieres reconocer. Te llama, por tu nombre y apellidos. No tienes que sentirte solo nunca más. Si le dejas entrar a tu vida, él te acompañará hasta tu último suspiro. Pero tienes que confiar en él desde el corazón, más allá de tu propia razón, búscalo. Cuando lo encuentres, sentirás esa llama que Él enciende en tu corazón y te garantizo que no volverás a ver el mundo con los mismos ojos.
Te lo digo desde la experiencia, porque lo he visto y lo veo todos los días. Desde que amanece por la mañana, y tienes la oportunidad de iniciar un nuevo día, que está lleno de tantas oportunidades como tú estés dispuesto a crear, en el cielo amaneciendo y los pajaritos que cantan, en todas las personas que pasan por mi lado, cada uno con sus vidas pero con un trocito de Dios en su interior.
Te garantizo que si lo buscas, lo vas a encontrar. Porque Él estará esperando por ti en casa.
Encontrarlo es el mayor regalo que puede darte la vida.
Permite que el Espíritu Santo entre en tu alma, es el espíritu que mueve al cristiano. Le hace vivir en agradecimiento, con felicidad, con fuerza y con esperanza. Con un corazón auténtico. En fraternidad con nuestros hermanos, con aquellos que son fáciles de amar y con aquellos que nos lo ponen más difícil. Pero es precisamente estos últimos quienes más necesitan de nuestro amor.
Donde otros ponen una mala palabra, una equivocación, cuando te hagan daño, siembra amor y perdón. Pienso que esa es la clave para cumplir el mandamiento que nos dejó el Señor de amarnos los unos a los otros como él nos amó.
Pido esta noche por nuestros hermanos que están enfermos, por aquellos que sufren la oscuridad de una vida sin Jesús, sin fe, por aquellos que todavía no han encontrado su camino.
Descansa esta noche, entrega tus miedos, tus preocupaciones y tu dolor al Señor, no te dejes agitar por las trivialidades de esta vida y entrégate a los brazos de Jesús. Verás como tú vida cambia. Nada es imposible para Él.
Jesús, en ti confío.
Jesús, en ti espero.
Te amo.
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