viernes, 26 de mayo de 2017

~ Reflexión Evangelio del viernes 26 de mayo de 2017 ~

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,20-23a)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Reflexión

Jesús hoy nos promete una gran alegría que compensará todos los sufrimientos que el mundo tenga que padecer.
Ésta no es un gozo temporal y terrenal como el que nos puede producir algo material en nuestra vida cotidiana, es una alegría sin límites que se convierte más en una forma de vida que en una simple emoción. Es entender la vida como un regalo, como un milagro. 

Resultado de imagen de alegria cristianaCuando el Espíritu Santo te regala este don, empiezas a agradecer y apreciar todas las gracias que inundan tu existencia y consigues valor para enfrentarte a los retos.
Te entristeces cuando tienes que pasar por una prueba que no te gusta, pero en el momento que la superas es enorme la satisfacción que te inunda. 
La felicidad por tanto, no es un estado fijo, sino un conjunto de recuerdos, de sentimientos, de personas, que en un momento determinado confluyen e iluminan tu alma. Lo mismo pasa con la tristeza, tampoco es permanente. Y aunque hoy estés pasando por un momento difícil, mañana tendrás una nueva oportunidad de recibir todo aquello que Dios tiene preparado para ti. Si ves que oras y no recibes de inmediato una respuesta, espera y ten fe, porque los tiempos de Dios son perfectos. Él sanará todas tus heridas. 
Deja que sea Él quien te ayude.
Y aprovecha en cada Eucaristía para llenarte más de la paz y alegría del Señor.
¿No crees que acercarnos a los demás con una sonrisa rompe barreras y acorta la distancia que nos separa? 

Que el Señor, por intercesión de nuestra madre la Virgen María, nos ayude a que nuestro corazón brille y arda en su amor, para que seamos más fuertes y valientes en nuestra vida. Que los demás encuentren en nuestra mirada la esperanza de saber que para Dios nada es imposible.

Ser igual a Cristo es ser diferente, seamos valientes para nadar a contracorriente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario